domingo, enero 19, 2025
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Rebelión: Biss perdió una concejal y ya no tiene el control absoluto

Rawson atraviesa un proceso de rebelión política. Lejos de transformaciones cívicas o coyunturales, con beneficios para la comunidad, la mención refiere a la firme decisión de una de las concejales del oficialismo, Iris Otero, de indagar y cuestionar -si las pruebas sobre un proyecto determinado no son dignas probatorias-, cualquier iniciativa ejecutiva.

La edil tomó una actitud sorpresiva, aunque en Arriba Rawson imaginaban estos ribetes, a partir de algunos gestos expuestos en el interior operativo del Concejo Deliberante. Otero ya no es funcional a los intereses lineales del intendente Damián Biss, lo que corrompe con ciertos propósitos que podrían dificultar el curso de una gestión municipal que demostró insolvencia. Y que, más allá de las identidades partidarias, se asimila a aquel modelo que sucumbió a la capital chubutense en la oscura profundidad de lo indeseable.

La desconfianza en Biss lo connota impermeable. Manifiesta interés sólo a quienes le ofrecen aventuras cautivantes, aromatizadas con argumentos ficticios, ajenas a una realidad que golpea. Y bajo esa postura no reconoce falencias, omite la ineficacia de sus súbditos, observa superficial la operatividad diaria de un municipio cuestionado.

Biss gobierna Rawson, pero no concentra el poder. El tejido político está en otras manos, cuestión en la que profundizaremos en otros apartados. Y tal vez ese deficiente despierte en quienes lo acompañaron hasta ahora desaliento y desilusión.

Macizo y otros

Otero no está convencida sobre la venta de un macizo en Playa Unión. El criterio fue esgrimido en la última sesión legislativa: “Las tierras fiscales son del pueblo, no pertenecen a ningún partido político. Tenemos que ser responsables con la venta del patrimonio del pueblo”, señaló la concejal, generando un mar de dudas respecto a la transacción que el municipio ya inició con el Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia; estructura en la que se escudan los hermanos González.

La venta ínfima del macizo en la costosa Playa Unión fue el asunto que abrió aún más la grieta hacia el interior del oficialismo; ni siquiera la oposición tomó partido en la discusión. Biss tiene la capacidad de desunir con mínimas manifestaciones la estructura que lo acompañó hasta la oficina central del municipio capitalino.

A Otero, antes de considerarse en el recinto la transacción por el macizo, el propio oficialismo ya la había querido apartar del Concejo Deliberante. Incluso deslizaron la llegada Ariel Caballero o Beatriz Williams (ley de paridad), para garantizar los votos afirmativos (7 manos), y avanzar con la operación de las tierras.

La posibilidad de contagio por COVID-19 de Otero fue el argumento ideal para alejarla de la casa de las leyes. Es que sus reacciones, previo a conocerse la noticia, no habían sido bien digeridas por sus pares de bloque; por lo que entendieron oportuno el momento.

La edil, sorteados todos los exámenes obligados por protocolo, señaló en la última sesión que solicitó al Ejecutivo información para conocer detalles de la venta del macizo, pero no fue respondida su petición. Y antes las dudas, adelantó su voto negativo, liberada de la presión sectorial.

Otero aprovechó su banca para presentar incluso toda la documentación correspondiente a los test epidemiológicos. Adjuntó nota explicando lo acontecido, con copia de los certificados de PCR y del Plan Detectar.

Antes de concluir, la edil propuso que de concretarse la operación con los líderes lucifuercistas el dinero obtenido se deposite a plazo fijo “para que genere ganancia, porque el precio de venta es ínfimo de acuerdo a la ubicación” de la oferta.

La disputa es oficialista. La oposición se relame cuan León se acerca a la presa. Prefieren no intervenir, y que el desgaste les favorezca para ganar terreno.

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