En pleno siglo XXI, el nylon sigue siendo la resistencia ante la lluvia
Nylon made in Chubut (también Argentina), sería el común predominante para resistir a los aguaceros que acostumbra el otoño-invierno patagónico. Resulta inaudito, cuando transcurre el siglo XXI, suponiendo los avances arquitectónicos (de bajos costos), que ofrecen otros rincones del globalizado planeta Tierra.
La culpa no es de aquellos sometidos a la intensidad de la lluvia o algún otro percance del momento -tal vez sí, al momento de sufragar sin analizar la boleta-, sino de los dirigentes ávidos de poder, que una vez alcanzado, olvidan cómo planificar.
Para fortuna de los gobiernos existe el “rapi roof”, una bolsa de consorcio negra, muy utilizada para soportar los embates del agua que desprenden las nubes con furia. Es más barato que cualquier otra mejora ejecutada con material adecuado y que garantice firmeza al techo. Siempre hay stock, y su uso es legal. Poco de sarcasmo.
Difícil es imaginar una vivienda construida íntegramente con nylon. Cualquier adversidad terminaría con el cobijo familiar. El clima patagónico obliga el uso de otros recursos, más resistentes; incluso al agua.
El nylon, en pleno siglo XXI, es la solución a los problemas. Increíble, pero realmente triste.
Precedentemente se expuso que la responsabilidad frente a estos despropósitos es compartida. El ciudadano conformista, que celebra la llegada una bolsa para que su casa no filtre; y el político desmesurado e hipócrita que asiste acostumbrado, sin siquiera permitirme planificar, invertir y mejorar las condiciones habitacionales de quienes les rindieron confianza en las urnas.
Un hilo filo, pero que resiste hasta la humedad, no se corta fácil.
Pasa el tiempo, pero los escenarios son espejos. La tiranía se retroalimenta. Y no escasea el nylon.
Un imperdonable para las épocas globalizadas. La pandemia no tiene culpas. Chubut se resiste a reemplazar la bolsa negra, quizás los costos y el clientelismo inclinan la balanza; mientras nos prohibimos el avance, negamos los desafíos, y le tememos al cambio.