Loyola, una intendente que no conoce su rumbo

Los ánimos se exacerbaron en Camarones. Munidos de elementos ruidosos y hasta de un camión colocado en la puerta del domicilio particular de la intendente Claudia Loyola, empleados de Bahía Camarones expresaron su malestar por un proyecto de adjudicación de tierras que demoraba sin argumentos sólidos hace largos meses en el Concejo Deliberante. Y era fundamental para que la empresa pesquera continuara sus operaciones en tierra en la pequeña comuna.

La firma ocupa un porcentaje considerable de vecinos de la localidad; es un dato acostumbrado, pero oportuno: la pesca es una de las actividades supremas de la zona, junto con la ganadería. A quien le toque conducir los destinos de la comuna, no debe escapar la trascendencia del puerto. Aunque si el Gobierno local actual demuestra pasividad, difícilmente alcance las expectativas de los beneficiarios directos.

Lo sucedido el martes por la noche visibilizó el descontento generalizado que existe hacia la gestión de una mandataria que no conoce otra realidad, que la que le indican las cuatro paredes y una puerta ciega que le impiden observar lo que ocurre en el exterior de una comuna que le reclama. Loyola acusó un cortoplacismo peligroso, distante de una organización planificada, sobre todo en una localidad que poco exige frente a las grandes urbes chubutenses.

No demostró hasta el momento capacidad de resolución en temas que le requieren una simple firma; pero se permite novelar con la gobernación; algo utópico, considerando que carece de una estructura técnica débil, personas a su alrededor -que poco conocen de la geografía chubutense-, que le indican lo que ella quiere escuchar, un nivel de obsecuencia extrema, arriesgado.

Loyola transita su segundo mandato; y para desánimo de los vecinos, no generó cambios profundos en la comuna. Actuó con insolvencia sobre lo inmediato, no fue capaz de abrir ámbitos de debate para el desarrollo productivo de Camarones, inusual en alguien que administra los recursos de la comuna.

Y los pobladores, en reiteradas oportunidades, le exigen presencia y eficiencia resolutiva. Es que son muchos los vecinos que no le conocen su caminar, incluso cuando la ven dudan si es quien los gobierna políticamente. “Ella no sale nunca del despacho, es extraño verla en la calle”, aseguran algunos civiles sondeados por Cinco Claves.

“Conoce más Córdoba que Camarones”, bromean otros. Lo cierto es que si sostiene la idea de gobernar Chubut, deberá abandonar el amor por las sierras norteñas y atravesar la extensa geografía que predomina en nuestro sur, abrazada por el viento, a veces intratable. Y dejar algunos vicios de lado, porque la función pública desgasta, precisa de una cantidad de horas que, al parecer, la intendente no estaría dispuesta a ceder.

Deberá ignorar sugerencias vagas, capciosas, que poco suman a la institucionalidad de su gobierno. E imprimir tiempo a la labor que implica decidir por el bien colectivo, y restarle horas a cuestionar el trabajo de otras instituciones a través de las redes sociales. Los objetivos se cumplen a partir de la suma de voluntades, no dividiendo, eso sólo hace la Matemática; no es prudente que se aplique la ciencia exacta cuando la filosofía debe ser el bien común.

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