Efecto impensado: una jugada melliza que no salió como plan de erradicación
En Puerto Madryn, los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre conducen políticamente la cuenca del Golfo Nuevo de una manera poco ortodoxa. No es un planteo novedoso, más bien una práctica acostumbrada; ni siquiera secreta, por el contrario, conocida entre los conciudadanos. Utilizan desprolijamente, pero casi con eficacia, todos los recursos disponibles (o difíciles de suponer), para abatir al rival político, bajo cualquier consecuencia.
Existe un ejemplo contemporáneo claro, que al momento de analizar, parece no corrió la misma suerte para infortunio de los hermanos Macana. De hecho, generó un efecto no deseado: la exposición a escalas impensadas, en este caso, del sufrido. Lejos quedó el plan de exterminio mediático.
El dirigente peronista en cuestión es Luis Catalán, reconocido en el ámbito turístico. La enemistad con los Sastre alcanzó puntos críticos, canalizados incluso en la persecución constante. Las diferencias políticas tomaron otros ribetes, a punto tal de impedir que el emprendedor se reversione y su incursión en otros rubros no prospere. La disputa se extralimitó a lo electoral.
El enfrentamiento público no es cercano en el tiempo. Hay que remontarse –en términos electorales-, hacia el 2018, cuando Catalán intentó conquistar los corazones de los madrynenses a partir del deseo personal de gobernar la más linda. Ese desafío le costó caro.
Proyecto Chubut (línea PJ), y sus despiadadas –pero con alguna cuota veraz-, críticas a los hermanos Sastre lo pronunciaron como el exponente más duro, aunque distante respecto al interés de los electores. La interna fue mala aliada, lo dejó sin posibilidades ciertas, aunque el resultado era vox populi.
La disputa abierta no se redujo al aspecto electoral, continuó en otros ámbitos. Sin embargo, la prosperidad le jugó a favor.
El enfrenamiento con Ricardo y Gustavo lo catapultó. Alcanzó la fama y el reconocimiento de otros pares peronistas, incluso lejos de la ciudad que no pudo gobernar.
Catalán, después de años complejos, buscó el horizonte en la pesca, una actividad provechosa; no tan golpeada por la pandemia. Y no apostó a Madryn; miró hacia otro puerto productivo, de aguas bravías y recurso rentable: puso fichas en Rawson, y ya conversó con el intendente Damián Biss. Tiene interés en instalar una planta de procesamiento, prometiendo mano de obra genuina.
El dirigente observó en la capital provincial el despegue a sus intenciones, distante de los tentáculos sastristas que le niegan las posibilidades de expansión. Y por lo bajo lo disfruta: “A final, me acorralan tanto que me dan entidad. Me reconocen en todos lados. Si así es la regla, que lo sigan haciendo”, ironizó ante la inquietud de Cinco Claves.