Después de los incendios en la cordillera, creció la “urbanización” en las tierras fiscales arrasadas

El país observó atónito cómo se consumían los kilómetros de bosques nativos en la cordillera chubutense, a comienzos de este año. Varios sueños y proyectos culminaron en cenizas. Lo organizadamente planificado acabó en las devastadoras llamas. Y muchas familias debieron reinventarse, ante un escenario carente de posibilidades acentuado por la pandemia del coronavirus. Fulminante.

La ayuda correspondía. El Estado debía cumplir con una obligación determinada por la emergencia. Las decisiones no se permitían pensar; tal vez sí razonar. Pero, lamentablemente, la demora en las resoluciones políticas alimentan la desesperanza y obligan a los vulnerables a acciones indebidas, no justificadas.

Ocurrió lo evitable: después de la destrucción absoluta de los bosques, varias familias se asentaron en Las Golondrinas, en la Parcela 26; se sumaron a aquellos pocos habitantes que perdieron todo. Ante el desespero ocupacional, comenzaron las promesas improvisadas del municipio de Lago Puelo, encabezadas por su intendente Augusto Sánchez.

Resulta que transcurrido un tiempo, las respuestas municipales escasean. Y la población ya no comulga con indefiniciones. Cierto es que la Municipalidad local tampoco puede actuar ante terrenos ocupados que todavía son fiscales. Tierra prometida que carece de sustento legal.

No existe papel que sostenga la propiedad de quienes hoy pretenden construir. Peor aún: hay estudios geológicos que establecen que esos terrenos tampoco son aptos para urbanizar, ante el peligro latente de derrumbe. Tierra arcillosa que imposibilita un asentamiento genuino.

Además hay otro factor: el financiamiento para el levantamiento de viviendas no está garantizado, a pesar de los anuncios amistosos. Llegaron algunos módulos, pero no aseguran la ejecución de unidades habitacionales.

Existen muchas incongruencias referidas a las tierras en Lago Puelo, sobre todo en la cordillera, donde cualquier inversor gesta los sueños. Largos capítulos por escribir frente a las improcedencias frecuentes y desapegadas al derecho. Decisiones que no cambian, y se desvirtuan ante la demanda insistente de la gente. Es el inicio del camino que posibilitará desandar el oportunismo desleal.

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