El resultado de las PASO en Chubut desarticuló al Gobierno provincial. Cualquiera que imaginaba un resultado a favor, carece de sentido real. Al menos para el ciudadano la historia ya estaba definida previamente.
Las urnas castigaron. El desenlace era inevitable. El Gobierno, más allá del régimen constitucional que obliga las elecciones, puso a prueba su credibilidad, lógicamente sin éxito. El electorado se expresó en el cuarto oscuro. Ya no tolera la pasividad gubernamental.
Sin embargo, lejos del mea culpa, el Ejecutivo le restó importancia al resultado comicial. “Hay que desdramatizar” lo sucedido “porque entendemos que el pueblo se manifiesta con un enojo, pero esto no tiene que hacer a las cuestiones del Gobierno”, dijo al término de una reunión de Gabinete, el ministro de Gobierno y Justicia, José María Grazzini.
Cierto es que al día siguiente de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias el gobernador Mariano Arcioni les recriminó a cada uno de los funcionarios su poca participación en la campaña proselitista, en apoyo a sus pares Federico Massoni y Fabián Puratich.
Mediante un comunicado oficial, Grazzini remarcó que “el camino es mirar hacia adelante, estamos comprometidos a que vamos a dejar otro Chubut, ese es el compromiso que pidió el gobernador. Creemos que Chubut debe encontrarse con un 2023 mucho mejor”.