martes, diciembre 10, 2024
POLÍTICA

UCR: cuando un círculo mínimo impone ideas, se juega a la derrota electoral eterna

La imposición de criterios en un conjunto no es buen aliado cuando se plantean desafíos. La construcción o refuncionalización de un partido -con ideas frescas o adaptadas a los cambios progresistas que impone el civismo-, se cimienta en la participación colectiva, los consensos y la pluralidad expresiva.

La UCR, a partir de la conducción partidaria liderada por Jacqueline Caminoa, apostó a la reconversión coyuntural con raciocinio en la tolerancia y el respeto. Y a partir de allí conformar los cuadros electorales más potables, de acuerdo a la imagen positiva en el común. Bajo esa concepción, iniciar un proceso de naturalidad referencial para culminar con el conservacionismo tradicionalista; llanamente, reemplazar el prototipo de candidato estructurado por aquel que despierte simpatía. Solo pocos, dentro del partido, pudieron romper esa cápsula.

Décadas transcurrieron, y la UCR aún se constituye como la sombra del oficialismo transitorio. Pocos dirigentes entienden la magnitud del partido y apuestan a objetivos dimensionales; otros, menos pensantes, mantienen expectativas cortoplacistas, promovidas por los intereses personales. Y son quienes obtienen un respaldo de personajes que ya no son considerados en el vasto ámbito político. Hasta se duda si familiares directos les confían el voto.

Mario Cimadevilla, Gustavo Menna, Manuel Pagliaroni -entre otros-, causan daño al partido. Impiden su estabilidad estructural, y son quienes permanentemente atentan contra el tejido interno de la UCR. Deberían refugiarse. Buscar un lugar en el museo de los objetos perdidos.

Los mencionados son los que todavía se creen con autoridad moral suficiente para influir en las decisiones del partido. Todo lo que tocan se desprestigia.

Sus ausencias le harían un favor recompensable al partido. Fueron ellos quienes a dedo armaron las listas para las próximas elecciones legislativas a celebrase este año. Jugarán a perder o ganar obsecuencia, porque postularon junto a ellos a personas que les responden.

Menna y Pagliaroni no conocen un empleo honesto. Buscan la perpetuidad en el poder para hacer el mínimo esfuerzo, a costas de un daño gigantesco a la propia UCR.

Durante el armado de listas se aseguraron un lugar, engañándose. Saben que no reúnen los votos para vencer, más bien para ser vencidos.

No ofrecen lugares y advierten peligrosamente a aquellos que también lo merecen alejarlos del partido. Una extrañeza para un sector que le devolvió el oxígeno democrático al país. Los hombres radicales son arriesgados, impermeables e intolerantes.

Listas

Un reconocido dirigente analizó “un panorama de atomización” en la UCR con tres listas (Orlando Vera- Mario Cimadevilla- Sergio Ongarato, quienes la encabezan).

Lo expuesto con anterioridad, no existe interacción alguna por parte de Menna, Pagliaroni y Ongarato con otros sectores. Autoritarismo absoluto.

Ellos eligen quienes. Y en carpeta figuran Karina Barneche, secretaria del intendente de Rawson, Damián Biss) y Fabiana Vázquez, que responde a Pagliaroni. Ellos juegan al dominó con las piezas del partido. Se apropian.


Mide bien

Está claro que con estos nombres impuestos el radicalismo jugará a la derrota. Jacqueline Caminoa es la que mejor mide en la UCR, pero ni siquiera la consultaron. La presidente del partido cosechó buena siembra mientras ejerció su banca en la Legislatura, y ni siquiera está vinculada con prácticas desleales. Es respetada.

Quizás a los hombres (machirulos) de la Unión Cívica Radical les resulte indigerible que una mujer, que incluso tiene mejor imagen, pueda encabezar una lista; pero están a tiempo de levantar el teléfono.

Hasta la histórica dirigente de la UCR, María Rosa Evans, a través de Twitter, expresó su malestar por la elección con el índice ejecutada por los hombres que desalientan la participación.

La Unión Cívica Radical tienen un amplio espectro femenino para incentivar el voto ciudadano, pero “nadie evalúa que alguna de ellas encabece” alguna lista. Señores, están de más.

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