Inestabilidad institucional o una búsqueda desesperada tendiente a generar un escenario de conducción política sólido, frente a la amenaza latente de debilitamiento gubernamental, que ponga en juego el estadío simulado de paz social sostenido en el clientelismo. Dos interrogantes que se desprenden a raíz de estos cambios repentinos en el Gabinete municipal que encabeza el intendente de Trelew, Adrián Maderna.
El dirigente valletano –cuya imagen se deterioró en los últimos años a partir de decisiones poco planificadas y de proponer en la Municipalidad un refugio de amistades-, parece no encontrar la guía del horizonte que, al menos, le posibilite sostener un staff perdurable.
Sus decisiones inestables –que se traslucen en el funcionamiento operativo diario del municipio-, ya son parte de su personalidad; Maderna es un dirigente que no tiene claro el rumbo, y pilotea la nave de acuerdo a la propulsión que le ofrece el momento.
En pocos meses, el intendente de Trelew movió muchas piezas. Y ahora sorprendió con la inclusión del joven militante de “Los Altares”, el abogado Federico Ruffa, en lugar de César Ayala, el hombre que militó en el Polo Social y cuyo paso por el Gobierno madernista duró lo que el agua permanece en las manos.
Los nombrados funcionarios en el Gobierno de Trelew no permanecen. Son removidos de acuerdo al ánimo del intendente; presionado por su obsesión confusa. Y ese gesto gravita en un municipio estancado, lejos de proponerse objetivos que transformen la realidad de la ciudad, resentida por los efectos colaterales de la pandemia.
La inestabilidad en política no es buena guía. Quienes ostentan cargos públicos no deben titubear. Amparados por los deberes y obligaciones escritos en la Constitución Provincial son quienes deciden en función de la demanda ciudadana; aunque demostrada su indefinición difícilmente puedan resolver por el conjunto. Y eso alarma.