“Me voy o me quedo”, señala el título de una canción de la reconocida banda uruguaya de baladas románticas Los Iracundos; cuyo apogeo se remonta a las décadas del 60 y 80. Prolijamente empilchados, los músicos eran furor.
Al estilo Iracundos, el ministro (o no) de Seguridad, Federico Massoni, resiste a su propia inestabilidad política-emocional. “Me voy o me quedo” repite hacia su interior, en una suerte de psicoanálisis filosófico, pensado desde la percepción real del contexto y el movimiento de las masas; así de complejo.
Massoni presentó su renuncia al gobernador Mariano Arcioni, pero “olvidó de firmarla”, dijo a modo de broma una persona que por cuestiones del destino observaba la situación, desde un lugar privilegiado.
Fueron horas largas, las declaraciones del jefe de Policía, Miguel Gómez, obligaron a los medios de la zona a incurrir en el error, que minutos después remediaron. Afirman que la dimisión existe, sólo que no es oportuno revelar precisiones, atento a la delicada situación provincial, pero por sobre todo porque aún está pendiente sellar un acuerdo salarial con el Consejo de Bienestar Policial, donde los uniformados se niegan a aceptar el pago en cuotas.
No es la primera vez que Massoni amaga con alejarse del Ministerio de Seguridad. Incluso, dicen quienes conocen los rincones de Casa de Gobierno, que la relación con el gobernador no es fluida, y existe un antecedente de renuncia, posterior a una discusión feroz entre el funcionario y Arcioni; desde aquella vez, ya no caen rosas.
Durante buena parte del día, las miradas se posaron sobre el destino de Massoni, sin embargo desde Fontana 50 le bajaron la intensidad al dato. Aunque no se debe descuidar que con el transcurrir de las semanas -y en proximidad de las elecciones legislativas-, el funcionario dedique su tiempo al proselitismo.